La mayoría de las personas
tiene fotos en su entorno, sin realmente detenerse para considerar porqué. Es
porque éstas son registros permanentes de momentos cotidianos (y las emociones
asociadas que están inconscientemente arraigadas a ellas), las fotos personales
pueden servir como puentes naturales para acceder, explorar y comunicar acerca
de nuestros sentimientos y recuerdos (incluso los que están enterrados
profundamente u olvidados hace mucho), junto con otros temas de interés
terapéutico que son traídos a la luz por ellas. Los terapeutas encuentran que
las fotos de los pacientes frecuentemente actúan como símbolos concretos de sí
mismos y objetos metafóricos transicionales que, silenciosamente ofrecen una
forma de mirar hacia el interior de ellos mismos de una manera en que los
métodos verbales no pueden totalmente representar o deconstruir.
Con
la ayuda de un terapeuta entrenado para utilizar las técnicas de FotoTerapia,
los pacientes pueden explorar de lo que tratan a nivel emocional, a
parte de visualmente, sus fotos significativas personales y del álbum
familiar. Esta información está latente en todas las fotos personales de los
pacientes, pero cuando pueden ser utilizadas para enfocar o precipitar el
diálogo terapéutico, usualmente puede resultar una conexión directa y menos
censurada con el inconsciente.
Durante
las sesiones de FotoTerapia, las fotos no son simplemente observadas
pasivamente en una contemplación silenciosa, sino que también son activamente
tomadas, posadas, habladas, escuchadas, reconstruidas, revisadas para formar o
ilustrar nuevas narrativas, re-visualizadas en la memoria o la imaginación.
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